martes, 18 de enero de 2011

Capitulo 8

Me pierdo mirando esos ojos que me hacen perder la concentración.
  
   «Egoísta»
 
  ─No puedo, no puedo con esto. No me perdonaría nunca si… estaba a punto de decir “volviera contigo” pero es mucho mas que eso. Es el simple hecho de volver a darle permiso para que vuelva a destruir lo poco que queda de mi.…vuelvo a cometer el mismo error.

   Es tonto sentirme tan mal diciendo lo que estoy diciendo, porque después de todo, es lo que suponía debía esperarse de mi.

   Sin embargo, me siento mal porque le creo. Le creo que se haya arrepentido, y le creo cuando sus ojos me dicen que les gustaría estar de nuevo conmigo.

   Estaba por refutar mi idea cuando lo interrumpo:

    ─Te esperé. Hasta que me di cuenta de que no ibas a volver, y todo fue peor. Los recuerdos empiezan a salpicar mi mente. Las cosas no eran las mismas, todo parecía con menos color, mas frío, agotador… La lista se extendía mas, pero no quería entrar en detalles. Me prometiste,… tú… se suponía que me ibas a alejar de mi casa, que todo iba a ir a mejor. No ibas a permitir que mi padre volviera a herirme. Callé abruptamente una centésima de segundo antes que mi voz se quebrara. 
  
   Noto que sus manos presionan con mas fuerza las mías, lo que se traduce a “ lo siento, también por eso".

   «¿sabes qué es lo peor? Que quería decir cosas mucho mas hirientes, que te duelan tanto como a mi. Pero me limito a esto. Porque me siento egoísta. Y porque no producen mas que dolor al ver tu rostro cuando pronuncio cada palabra.» Digo para mis adentros.

   Es horrible, pensé que me sentiría radiante.
  
   ─Olvídalo, no queda mas remedio. Replico, frustrada conmigo misma.
  
   ─Emily, no podía…- dice en tono lastimero. He entrado al servicio militar.


***

   Estoy en mi cama, observando las motas de polvo que revolotean a los rayos de luz del sol que entra por la ventana.

   Intento seguir una de entre todas, pero solo lo consigo por unos segundos, ya que luego desaparece.

   Luego me doy cuenta que no hay mas, se han acabado. Y es porque ya no hay luz del sol que las ilumine, puesto que ya es de noche.

   Me levanto de la cama, y me estiro. La columna y parte del cuello me duelen. ¿Cuánto tiempo he estado acostada?

   Soy vagamente consciente de haber arrastrado los pies hacia mi cama.

   Salgo de mi habitación y parece haber personas, lo noto por el ruido del tele en la habitación contigua y por las luces encendidas.

   Voy hasta la cocina y cuando estoy cruzando las puerta, casi me choco con mi mamá.

   ─Hola ─No puedo evitar el tono de sorpresa.

   ─Hoy no fuiste a clases ─Me reprocha. ─¿Por qué?

   ─Hoy… me dolía la cabeza un montón ─Miento, pero es inútil, porque ella ya lo sabe. Me ha cubierto siempre que ha podido. ─Era un martilleo constante. ─prosigo al darme cuenta que la mentira dio lástima.
Debo aprender a mentirle mejor a mamá.

   ─Mmm… ¿tomaste algo? ─pregunta siguiéndome el juego, estoy completamente segura de que papá es el de la tele, y que está escuchando.

   ─Necesitaba aire; pero si, he tomado algo antes. ─Digo para “calmarla”. O… en otras palabras, seguir con el juego.

   Oigo el crujido del sofá.

   Se está acomodando.

   Me ha creído.

   La complicidad con mi mamá, llega hasta cierto punto.

   No le cuento mas que lo justo y necesario. Y, por suerte, ella me entiende.

   La noche fue tranquila, después de todo, mi papá solo me ha hervido la sangre sin llegar a explotar.

   Me doy un baño extremadamente largo, porque mi idea era sacudirme todo lo que ha pasado ese día, pero por supuesto, no sirvió de nada.

   Las preguntas me golpean como bofetadas mas fuertes que las que me ha propinado mi propio padre.
¿Qué siento por él?, ¿Qué voy a hacer?, ¿Lo volveré a ver?.

lunes, 10 de enero de 2011

Capitulo 7

Me siento como si fuera yo misma de vuelta. Como si volviera el tiempo atrás, esos momentos en los que yo creí que eran felices, cuando tenia esperanza y fe en que todo cambiaria para bien, ¡por fin!. Después de tanto tiempo, después de tanto sufrimiento, pensé que me había tocado el turno de ser feliz. Pensé que la vida no tendría porqué ser tan injusta, y que todos tenían al final un poco de equidad en la vida.
  
   Ya no me duele pensar en ello; de hecho, no se si es puro masoquismo pero, me gusta pensar que soy lo suficientemente fuerte para soportarlo.
   Es por ello que sonrío de oreja a oreja. Porque me he dado cuenta de ello.
  
   Soy dueña de mi misma, ¡me siento bien!
  
   ─¿sabes? Yo tampoco me olvidé de ti. digo; pero cuando pronuncio mis palabras, no puedo evitar que se me escape naturalmente una mueca que afecta mi sonrisa.
  
   No me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me he engañado a mi misma.
  
   Estoy montando todo un teatro para vengarme de él.
  
   Es más, estoy actuando como una estúpida.
  
   Me pongo seria, y luego sonrío como loca.
  
   ¿quiere decir otra razón mas para la lista?¿encima de que éste chico me halla roto el corazón, también me hace perder el juicio?
  
   Mis pensamientos no son coherentes, estoy confundida.
  
   La certeza de hace unos segundos se esfumó tan rápido como llegó.
  
   ─Eso quiere decir que existe una posibilidad de que… responde Ryan como quien no quiere la cosa.
   No, no quería decir eso. Quería refregarle en la cara todo.
  
   Pero… mi cabeza es un colador.
  
   Tic, Tac. Los minutos pasan.
  
   Creo que me quedé congelada con la sola idea de que él vuelva a ser parte de mi vida. O mas bien de no estar el 100% segura de querer decir no.
  
   ─De que… prosigue Ryan, seguramente por no parecer un tonto. La conversación acabó ahí mismo, en cuanto dejó su insinuación en el aire. …¿no me odies?.

   « ¡¿Qué?! » pienso para mis adentros.
  
   Mi cara se empieza a transformar en la pura incredulidad en persona.
  
   ¿Es eso lo que quería decir? O… yo interpreté las cosas erróneamente.
  
   ¡Oh! Caigo en la cuenta de que ese es él. De que cuando dice algo o hace algo que me deja fuera de lugar, lo compensa con algo estúpido o bromas; o en este caso, algo de una carga mucho mas ligera.
  
   Tengo que admitir que me siento mucho mejor, porque esa si es una pregunta que puedo contestar.No lo odio, por lo menos no ahora. Es decir, si estuve muy… pero… ¡Oh, Dios! ¡¿Qué me pasa?!
  
   No puedo seguir con esto, supongo que estoy entrando en shock, puesto que no lo hice en cuanto lo vi.
A lo mejor fueron sus palabras, que me dispararon el pulso hasta poderlo sentir por todos lados.

  
   Me rindo.
  
   Estoy en transe y no voy a poder contestar nada de lo que él diga ahora, pero ¿Qué hago? ¿Me voy sin mas? ¿Le explico cualquier mentira? O… ¿Le digo todo?.
  
   Pienso en esta ultima pregunta, y siento que me invade una rabia instantánea.
  
   El recuerdo no tarda en llegar.
  
   No me molesto en detenerlo, de hecho me separo de él, que estaba parado frente mi observando todo.
  
   Me siento en un banco, uno diferente con un árbol detrás que me podía servir de respaldo. Si lo hubiera visto antes, cuando llegué, lo hubiera elegido.
  
   Me siento y apoyo mi cabeza en árbol. No hace falta mirar para saber que Ryan ya estaba sentado al lado mío.
  
   No me molesta en absoluto, me da tiempo de procesarlo todo.
  
   Pienso en el día que fui al parque, con la esperanza de sacar todo de dentro mío. Como una fruta, cuando se pone en mal estado, se pudre sin pedir permiso. Y lleva consigo a las demás que la rodean. Todas se empiezan a pudrir.
  
   Eso es lo que tenia que evitar, pudrirme todo por dentro.
  
   Cuando terminé de gritar; me sentí mejor, no del todo pero mejor. Comprendo que, lo que necesitaba, lo que en verdad me haría sentir bien completamente, es habérselo dicho a él y no al aire.
  
   Desde aquel día en que Ryan decidió que ya no tendríamos que estar mas juntos, yo lo acepté; lo acepté porque no me quedaba otra, porque creía que era tonto e inútil siquiera suplicar.
  
   En definitiva, era de débiles.
  
   Yo no quería ser débil, lo que me llevó a callar.
  
   Nunca le dije a nadie lo mucho que dolió sentir que no era lo suficiente, que no estaba a la altura. Nunca pregunté mas nada, simplemente hice como si nada malo hubiera pasado. Yo sabia que era malo, pero no me di cuenta de ello hasta que llegué a casa y me topé con mi padre.
  
   ─No quise decir eso, comienzo titubeante haciendo referencia a su insinuación, de todos modos ya sabe a lo que me refiero. y… no puedes esperar a que esté lucida y perfecta después de haber desaparecido y hacerte aparecer, así, como si nada, bombardeándome con preguntas esperando que te las conteste. es mejor ser honesta. Después de todo voy a terminar mi rehabilitación.
  
   Voy echarle todo en cara, lo acabo de decidir.
  
   Echo un vistazo a su expresión, y se da cuenta que yo no voy a ir por su jueguito. Y todo rastro de felicidad y broma desaparece.
  
   Es obvio que se dio cuenta que no respondí no a la pregunta de si le odiaba.
  
   Es extraño.
  
   Puedo ver pasar todo por sus ojos, sin embargo su expresión sigue intacta: cauta.
  
   ─No te odio. le digo para tranquilizarlo, y funciona.
  
   ─Tú no entiendes. responde después de varios minutos pensándoselo.
  
   Levanto una ceja involuntariamente. Ahora lo que no entiendo es su respuesta.
  
   ─Si, y seguro que tú si lo comprendes todo. digo exasperada, lo que me sorprende porque pensé que ya me había calmado.
  
   Insolente, se me viene a la mente.
  
   El me bota como pañuelo descartable, ¿y yo no entiendo?, ¿Qué derecho tiene para reprochar algo, cuando él mismo me dejó?
  
   Lo miro a los ojos esperando una respuesta. Por lo que se levanta y se arrodilla ante mi tomándome las manos.
  
   Me incomoda porque no estaba preparada, y porque no quiero su contacto.
  
   Intento deshacerme de las de él. Pero las aprieta con obstinación.
  
   ─¡Lo lamento!, ¿si? Lo lamento. Soy idiota, ya lo sabes. estaba suplicando, no me lo puedo creer.
  
   Volvió a desequilibrarme. Había cambiado mucho, no solo físicamente.
  
   Ryan nunca, pero nunca me hubiera suplicado antes. Hubiera usado otra táctica conmigo pero nunca una suplica.
  
   No respondí porque no quiero hacer lo mismo que hace un rato.
  
   Definitivamente eran sus palabras las que me desacomodaban.
  
   No podía ignorar que estaba arrepentido, no se si de haberme dejado, pero si de haberme hecho sufrir.
  
   Bueno, ¿Qué más da? Le voy a dar mi discurso.