miércoles, 16 de noviembre de 2011

Capitulo 10

¿Liam?
¿Ryan?
¿Liam?
¿Ryan?
O mejor… ninguno.
¿Quién dijo que tenía que estar con alguno?
Además, “ninguno” es la respuesta.
Liam es mi mejor amigo. Y Ryan… Él no.
Ni siquiera debería considerarlo como opción. Porque la respuesta es NO.
—¿Te acompaño? —Preguntó Liam a mi lado.
No quiero herir los sentimientos de Liam, con toda la confusión que tiene.
—Si quieres… —Dije sin compromisos.
Su mirada lo dijo todo. Levantó las cejas para mirarme fijamente, recriminándome.
No me quería obligar a nada, pero… ¡Claro que quería acompañarme! Y le molestaba mi respuesta.
Bufé. —Claro que si, ¿Por qué no? —Dije levantándome sin mirarle.
Pude ver que él también se levantaba, así qué me quedé a espaldas esperando que se me uniera.
No se, me esperaba que intentara algo, como acercarse a mi, o algo por el estilo.
Por el contrario, paso por mi lado.
—Vamos. —Dijo al pasar.
Me sonó un poco rudo. Sobretodo por que Liam siempre fue tan… atento.
Lo seguí por detrás sin hacerme esperar.
Dimos la vuelta al edificio para salir a la calle, y empezar a caminar
—No comprendo como haces en clases. —Empezó.
—¿Cómo hago el qué? —Pregunté sin entender.
—Mantener las calificaciones. —Responde con humor.
—¡Ah! No lo hago. —Comenté riendo. Hice una pausa a modo de broma, para luego contestarle: —Bueno, ya, están bajas, pero nada irreversible.
—Deberías prestarle más atención. Uno nunca sabe.
Él siempre ha mantenido su promedio, para poder conseguir una beca y entrar a la universidad. Esa es su meta. Lo cual admiro, porque lleva mucho tiempo trabajando en ello.
Quizás sus padres piensen otra cosa sobre el estudio, para que recurra a una beca como escape.
Tampoco es que sus padres sean millonarios, pero podrían pagar su estudio sin problemas.
—Como digas, “nerd” —Bromeé. Rompiendo el hielo.
Él no podía creer lo que le había dicho y reaccionó con un suave empujón hacia mi dirección.
Esto era amistad, ¿Cómo se puede arruinar?
—¡¿Qué?! ¡¿Acaso no es cierto?! —Exclamé observándolo.
Estaba bien. Se supone que estoy actuando “normal”.
Se limitó a negar con la cabeza con fingida reprobación, para luego reír. Una risa suave, fácil.
—¡Bien! No le hagas caso al “nerd” Pero luego atente a las consecuencias. —Amenazó con mofa.
—¿Qué tal las tuyas? ¿Arriba de 8?
—De hecho, arriba de 8,5. —Contestó con aire de superioridad.
No me quedó nada más que reír.
Caminamos en silencio un par de calles, y no pude parar de pensar en que Liam me había besado, y que gustaba de mí, y que aquí estábamos.
—¿Por qué Liam? —Le encaré mirándolo de reojo.
No hizo falta explicar nada para saber a qué me refería.
Solo me miró apretando los labios. Y todo siguió en el mismo silencio. Escuchando solo nuestros pasos.
Observé como guardaba sus manos en los bolsillos del Jean.
En la esquina próxima a mi casa, me planté para que se detuviera ahí.
Quedó de espaldas a mi, a unos pasos de distancia. Observé su movimiento.
Dio media vuelta, y se acercó a mi, quedando frente a frente.
—¿Por qué tú? —Dijo con nostalgia.
Asentí una sola vez, y esperé su respuesta.
—¿Por qué Ryan? —Preguntó con pena.
Comprendí que ambos estábamos sufriendo.
—Los mejores amigos son los novios que nunca serán. —Comentó alejándose.
«Si, la pareja perfecta que nunca será.»
Me quedé donde estaba mientras dejaba volar sus palabras.
—Supongo que no quieres que te acompañe hasta allá. —No era una pregunta., pero asentí.
—Bien, entonces, nos vemos… el lunes, supongo. —Se acercó a saludarme, y se fue, doblando en la esquina.
Me quedé como boba ahí parada, sin hacer nada por un rato.
Los mejores amigos no son novios por eso. ¡Porque son amigos!
Porque ser novios arruinaría toda la amistad, porque ya no se confiarían secretos, porque ya están otras “prioridades” y lo divertido se vuelve serio.
No quiero perder a Liam como mi amigo. Ha sido tan fiel conmigo que no quiero perderlo así.
Me vino la depresión del solo pensarlo.
Se me hizo un nudo en la garganta, que no me dejaba tragar, y los ojos se empezaron a nublar.
Miré para arriba, y no permití que esa lagrima cayera.

Mi estilo de vida se había convertido huraño. Mi estimulo de vida lo apagué por un rato, porque no quería andar llorando como una niña tonta que la botaron. Pero en vez de eso, arruiné mi vida. Seguía siendo yo, pero en automático. Lo único que quería era dormir. Por lo menos así, todo se acababa de algún modo. A veces, me obligaba a despertarme para ir con Helen, y seguir siendo su amiga.
La verdad, ni yo misma puedo describir como era en realidad. Porque estaba allí, y hablaba con mis amigos, me juntaba con ellos de vez en cuando; y a la vez, no estaba.
Pero ya estoy cansada.
—Em, ¿Vas a cenar? —Preguntó Malcom apoyado en el marco de la puerta. No lo había escuchado acercarse.
Lo observé a oscuras.
¿Cómo puede ser que no supiera nada de la vida de mi hermano? Tan protegida que me sentía a su lado, ahora ya no me satisfacía.
—Si volviste a hacer tu comida de perro, entonces no. —Bromeé.
Al principio me miró pestañeando, sin comprender. Pero al cabo de un segundo sonrió.
—Vas a lamer el plato del perro con tal de comer más. —Presumió.
—Ok. —Acepté levantándome de un salto, para ir con él. Casi me tropiezo con una bola de ropa que había dejado tirada a la mañana. Entonces volvió a reír.
—Te extraño, hermanita. —Comentó dándome la mano para ayudarme.
Lo miré perpleja, deteniéndome.
—No me he ido a ningún lado. —Titubeé.
—Exacto. —Coincidió. ¿A qué se refería?
Después de ayudarme, caminó hacia la cocina y se dio media vuelta para mirarme.
—¿Vas a comer o no? —Preguntó esta vez con un tono desinteresado.
—¿Y mamá? ¿Y papá? —Quise saber. No los había visto en todo el día, lo cual a pesar del alivio, me resultó extraño.
Malcom se volvió dentro de la cocina, ignorándome.
La casa estaba a oscuras. En la sala de estar había una pequeña farola encendida, llenando de una luz tenue, que contrastaba con la luz blanca y brillante de la cocina que asomaba por la puerta, y me hacia entrecerrar los ojos.
Suspiré y entre en la cocina.
Malcom estaba revolviendo salsa en el fuego. El aroma que despedía me hizo rugir las tripas.
—Mamá se queda hasta tarde en el trabajo. Y papá… él… supongo que se siente inútil, odia tener que admitir que mamá es la que mantiene todo esto. Así que se fue a sus pagos. Ya sabes, la historia de la vida.
«Si, inútil. Ya lo creo…» pensé con sarcasmo. Si así fuera, movería el culo del bar al que va tan seguido, y buscaría un trabajo fijo. Dejaría de gastarse la plata en alcohol, y por ultimo, aportaría algo a esta casa.
¿Quién creería eso?
—Mejor así. ¿Quién quiere tenerlo aquí dentro?
Malcom meneó la cabeza y exhaló con fuerza. Apagó el fuego, y abrió la puertita del estante sobre su cabeza para sacar un plato.
Repentinamente dejó todo, y se volvió para verme con una insistencia incomoda.
—Emily, por el amor de Dios, deja de vivir en el pasado y en tu mundo, para volver a la realidad. ¿Si? —Asentí sin estar segura de poder hablar, pues me tomó por sorpresa. —Ya sé, piensas que me volví loco, y no me importa. Pero te veo despierta, y sé que ahora me escuchas. Hablo de que… me escuchas de verdad, y no me sonríes diciendo alguna cosa indiferente para meterte en tus asuntos.
«Alguna cosa indiferente» Repitió mi mente, ofendiéndome. Yo no decía alguna cosa indiferente, ¡Yo escuchaba todo! ¡Y lo que decía era con sentido!
—Que ridículo. —Protesté.
—¡Eso! ¡Eso haces! ¡Respuestas que terminan todo tipo de conversación!
—Malcom, te estoy escuchando. —Espeté enojándome. —Y en realidad, es ridículo lo que dices. Sé lo que digo, y es distinto la “indiferencia” a que no te guste mi respuesta. —Expliqué con resentimiento. —No tiene sentido nada de lo que dices. ¿Qué quieres decir con tanto teatro “te extrañé”, “la historia de la vida”, “vuelve a la realidad”…? —Añadí a regañadientes la ultima. —Ve al punto. —Exigí.
Él volvió a darse media vuelta para sacar el bendito plato y servir un cucharón de salsa, para luego colocar una bola de espagueti.
—Me voy a ir de casa. —Comentó con tranquilidad.
Me asombró. Si creía que la vida no podía ir peor… me equivocaba. Siempre me equivocaba.
—¿Por qué? —Se escapó de mi boca lastimeramente, y me odié por ello.
Sirvió el otro plato, y los llevó a la mesa sin decir palabra. La mesa ya estaba servida, con la vajilla en una punta y en la otra. Pero él siguió como si nada, abriendo la heladera para sacar una jarra de jugo fresco, y lo colocó exactamente en el medio de la mesa, prosiguiendo a sentarse.
Enojada, me senté y lo miré con recelo.
—¿No puedo saber por qué te vas?
—¿No crees que es demasiado obvio? —Preguntó dejando caer el cubierto que había alzado. —Ya estoy bastante grandecito para vivir de mis padres, Emily.
—Pero ¿A quién le importa? Estamos bien así. Es decir…
—Tienes serios problemas con los cambios, Emily. Hazte ver. —Me cortó con crueldad.
Un sollozo ahogado resonó en mi garganta sin querer.
—En ese caso… Lo siento por no querer que te vayas. —Escupí levantándome con fuerza de la silla, para salir.
Esperé a estar fuera de casa para dejar entrever las vergonzosas lagrimas.
La noche estaba tranquila. Un poco fresca, pero no lo suficiente como para hacerme tiritar. Me refregué el rostro con el dorso de la mano, y empecé a caminar hacia el instituto, porque era el único lugar que conocía a donde ir. Era de noche, y estaba consciente de que no podía ir al parque o algún lugar como tal. Pero tampoco podía ir al instituto a estas horas.
Helen.
Mi mejor amiga. Podría ir  a su casa.
En realidad, podía volver a mi casa y encerrarme en mi cuarto. Pero estaba tan apenada de volver a esa casa. ¿Por qué se tiene que ir? Entiendo que algún día iba a pasar, pero… ¿Por qué ahora?
No tengo derecho. No tiene por qué quedarse en casa, solo para verme ir y venir sin decir nada. Pero verme a mi misma en la casa a solas, hacia que el corazón se me encogiera.
Desde ya me sentía sola y angustiada. No necesito más.
«Serios problemas con los cambios» Dijo. Bien, y ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Saltar de alegría? ¿Por qué? La única persona en esa casa con la tengo una relación aceptable es él. Mamá no cuenta. Ella es simplemente mamá.
Volví a limpiarme las lagrimas, intentando calmarme, pero solo caían más.
Me senté en el cordón de la calle. Y lloré hasta calmarme al fin. No me gustaba llorar, pero últimamente lo hacia a menudo.
El ceño se me fruncía y las lagrimas volvían a atacarme incontrolablemente cuando pensaba en Malcom.
Entonces decidí dejar de pensar en ello.
Helen. ¿Qué le voy a decir?
Simplemente… toco la puerta rezando que abra ella y no su familia. Y le digo ¿El qué? “¿Hola, me puedo quedar esta noche porque... Mi hermano se va de casa?”
Eso no tiene sentido. De todos modos, ella entendería, ¿No?
Mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo del Jean. Lo saqué sabiendo quién podría estar llamando, así que contesté sin siquiera mirar dos veces.
—¿Qué? —Pregunté groseramente.
—¿A donde fuiste? Vuelve ya a casa.
—¿Porqué iba a hacer eso? ¿Acaso tu lo harás? —Contraataqué. Hubo un corto silencio.
—¿A dónde estas? —Inquirió con una tranquilidad repentina.
—Adivina, idiota. —Colgué.
Si, sabía que estaba siendo irracional y caprichosa, pero no me importaba ya nada. Me levanté temerosa de que de repente alguien me viera. Mi hermano, papá o mamá se acercaran para buscarme. No estaba lejos de nada, en absoluto, y si Malcom salía a buscarme, tenia altas posibilidades de encontrarme. Y yo no me quería enfrentar a ello todavía.
Por lo que empecé a caminar de vuelta en dirección a la casa de mi amiga. El celular vuelve a vibrar, por lo que atiendo sin decir nada.
—¿Hola? ¿Emily? —Era la voz de Liam, preocupada desde el otro lado del celular.
—Ah, hola Liam. ¿Qué pasa?
—Eso mismo me preguntaba yo. Tu hermano me llamó preguntando por ti.
—¿Mi hermano hizo eso? —Pregunté incrédula.
—Hummm... Si. ¿A dónde estas Emily? —Sonaba preocupado.
¡Oh, genial! Si Malcom lo llamó a él, pensaba que estaba en su casa. Y si yo le digo a donde estoy, o mejor dicho, a donde voy... Le va a decir a Malcom. No hay nada como alguien preocupado por ti, que haga que la gente se vuelva histérica contigo.
—Yo... No le hagas caso a Malcom, estoy bien.
—Emily... —Protestó.
Pensará que no tengo la suficiente confianza en él como para decirle, y me rompe el corazón. Él mas que a nadie es en quien confío.
—No te preocupes. Te llamo luego. —Me despedí. Antes de escuchar otra queja, colgué.
Por la calle del frente paseaba un señor calvo con su perro. Estaba vestido de gimnasia como si, fuera o viniera de entrenar. Me ponía nerviosa estar a la vista de alguien. Me hacia pensar que a lo mejor se reirían de mi o algo.
Impaciente, caminé a paso más enérgico, cuando el celular volvió a vibrar en mi mano. Me fije en la pantalla que dictaba "Helen"
—¿Hola?
—¡Emily! ¿Donde rayos estás?
Declaro que cuando me cruce con Malcom de vuelta, le voy a pegar una patada en el trasero tan fuerte, que no va poder sentarse ni estar parado.
—Hola Helen. —Saludé cansada.
—Tu hermano me llamó preguntándome si estabas aquí. Entonces, como no estas aquí ni en tu casa. ¿Donde estás? —Me asombraba que Helen pudiera ser peor que cualquier madre.
—Yo... Pensaba ir a tu casa.
—¿Si? —Ahora sonaba mas tranquila. —¿Qué tan lejos estás?
—Ya casi llego.
—¡Perfecto! Te espero, y preparo...
—Pero —La corté. —No quiero molestar, así que... Si fuera posible que tus padres...
—Ah, ya. No te preocupes.
—Otra cosa..
—¿Si?
—Me debes lealtad a mí, y no a mi hermano. —Ella rió despreocupada.
—Tranquila, Em. Soy tu amiga, no voy a delatarte.
—Ok, gracias.
—Te espero.
El resto del trayecto intente mantener la mente en blanco, pero una vocecita preguntaba «¿Qué vas a hacer?»
«No lo sé». Le respondí.
Helen estaba en el porche de su casa, sentada en las escaleras, esperándome. Las luces de su casa y la del porche le daban la espalda, y cuando alzó la vista para verme llegar, tenia el rostro lleno de sombras que le hacían rasgos extraños por momentos.
—Hola Helen. —Saludé al acercarme.
—Emily, ¿Qué pasa contigo? -Su tono era de reprobación total.
—Lo se, pero entiende Helen. No quería quedarme en mi casa.
—¿Por qué? ¿Qué pasó? —Preguntó haciendo un ademán con su mano a su lado, para que me sentara con ella.
Podía recordarla en mi sueño. Con las mejilla encendidas al mirar a Derek, el "morocho", porque quería que la ayudara. Ella tenía vergüenza, y ahora está en frente mío, exigiéndome saber qué me pasa.
—Malcom quiere irse de casa. Y no pude soportarlo. —Exprese con tristeza, mientras me sentaba en los escalones.
—¿Es tan malo?
—Es todo cuanto tengo allí, Helen. Es la razón que no me sienta tan sola. Y... Quien me protege.
—Pero, Emily, si él es todo eso, ¿Por qué le haces esto? Llamó a mi casa para decirme que si te veía o si sabia algo le avisara.
—¿Y lo hiciste? —Pregunté con un deje de desesperación.
—No. —Contestó después de un rato. —Pero, aun así, él está preocupado. No creo que sea justo.
Como toda buena amiga, además de aconsejarte... Te dicen la cruda verdad.
—Nada es justo. —Espeté. —¿Porqué tengo que preocuparme en ser justa con los demás, si nada lo es conmigo?
—Porque hay que aceptarlo como es. Emily, déjalo ser. Déjate llevar por la vida.
—Creo que lo hice cuando salí de casa.
—Esta bien. —Reflexionó mirando al frente. —Si, esta bien.
Nos quedamos mirando la noche, que estaba tranquila y silenciosa a pesar del silbido del viento.
—Yo... No me sentiría bien si uno de mis hermanos se escapa de casa a la noche.
Yo tampoco me sentiría bien. De hecho, no me siento bien. Se que dentro de poco mi mamá o mi papá llegara a casa, y no se que dirán.
Mi corazón late fuerte, pero cada latido es un golpe. En este momento quisiera que no latiera más.
Tengo que hacer lo correcto. Tengo que... Cambiar esto, y hacer lo correcto. Tengo que... Enderezar el palo torcido que soy. Y tengo que... "dejarlo ser" y "dejarme llevar por la vida".
—La decisión es tuya, Em. Puedes quedarte en casa esta noche, por supuesto, pero yo solo intento que entres en razón. —Comentó al cabo de un rato sin mi respuesta.
—Lo sé, y gracias. Debería hacer esto más seguido.
Se asombró ante mis palabras. O se horrorizó, no lo podría definir.
—Oh, no. Hablo de hacer esto, hablar, que me aconsejes y eso.
Dibujó una media sonrisa en su rostro.
—Si. Eso creo. Yo... Pensaba que... —Titubeó.
—¿Qué...?
—Pensaba que te habías cansado de mí, o algo. No lo sé, algo que yo hice pudo molestarte... Y... No lo sé, quizás ya no éramos tan amigas. Es decir, si somos amigas, pero no como antes. Como si hubiera una hoja de papel entre nosotras, ¿Entiendes? Algo pequeño, pero que de repente, nos separa unos centímetros.
—Si, lo siento. —Fue todo lo que pude decir.
—Tenemos que esperar a que mis padres suban a su habitación, para así poder entrar sin que ellos sepan que estás aquí. —Planeó.
—Hummm… Creo que tienes razón. Sobre mi hermano. Será mejor que vuelva.
—¡Oh, si! —Exclamó con alegría.
—Otra vez, Gracias. —Helen se acercó y me abrazó.
—¿Para qué estamos las amigas, sino? —Susurró, y luego se alejó poniéndose de pie. —¿Vas a estar bien? Es de noche y...
—Todo va a estar bien. —Le prometí.
Nos despedimos con una sonrisa, y me di media vuelta para retomar mi camino.
Seguía sin tener ganas de volver a casa, pero Helen tenía razón, y quizás Malcom estaría mal y preocupado por mi.
Saqué mi celular del bolsillo, y marqué.
—Emily, ya. Vuelve ya mismo a casa. —Atendió al segundo.
—Lo siento, Malcom.
—Lo siento yo también. —Se atropelló en decir. —Supongo que te defraudé.
—No te preocupes. Yo... No quería aceptar que la única persona que me quedaba, me iba a abandonar. Pero estaba o estoy equivocada.
—Ven a casa, así hablamos. —Sugirió con apuro, y se me vino a la mente mis padres.
—¿Ellos lo saben?
—¿Quienes?
—Mamá.
Se escuchó que respiraba con fuerza.
—Si.
—No quiero ponerte en problemas, así que... Puedes decirle que he ido a casa de Helen. Lo cual no es mentira. Dile que esta noche me invitó a dormir.
Hubo un pequeño silencio, que decidí romper yo, porque la duda me podía.
—¿Qué dijo ella al respecto? ¿Por qué no me dijiste a mi?
—Te dije, y mira lo que estás haciendo.
—Me... No es... Porque... —Tartamudeé sin tener una idea concreta. —Hay otras formas de decirlo. —Concluí airosa.
—Supongo que si, ¿Vas a estar en casa de Helen, en realidad?
—Si. —Mentí. —Déjame en paz. Solo necesito pensar. Ya te dije que lo sentía y que no te preocupes.
—No estoy de acuerdo. Pero recapacita todo lo que quieras, a lo mejor veas las cosas más claras.
—Lo haré. —Colgué.
Ya era bien entrada la noche. Y tengo que admitir que me daba miedo andar sola. Cualquier ruido hacia que se me saltaran los ojos de las orbitas, por mirar qué lo había producido. Pero tenía que tener la mente fría para pensar a donde estaba yendo, y a donde ir.
En la calle de enfrente doblaron por la esquina dos chicos jóvenes, que parecían venir o ir a una fiesta por las ropas que llevaban. También parecían un poco borrachos por la forma en que caminaban, desgarbados.
Guardé el celular que lo tenía en la mano y seguí caminando más rápido. Me dije que doblaría a la vuelta para perderlos de vista, por las dudas, pero me rehusé a ser paranoica, y seguí de largo.
Ellos venían por la calle de enfrente, murmurando, un poco más atrás que yo. Pues, había empezado a caminar más rápido.
Hubo silencio, porque de repente dejaron de murmurar. Fue entonces que dejé que la paranoia se apoderara de mi, e iba a salir corriendo a penas doblara la próxima esquina. Pude notar que caminaban en diagonal, como cuando uno va a cruzar. El corazón se me salía por la boca, pero apreté el paso, aun más.
Alcance la esquina cuando ellos comenzaron a cruzar hacia mi, y empecé a correr. Después de unos segundos escuché sus risas que provenían de la esquina. Es decir, ni se molestaron en seguirme. Y en ese momento me di cuenta que hice el ridículo, porque ellos no eran malos.
De todas maneras, seguí corriendo por un rato. Había una frase que me consolaba "Mejor prevenir que curar".
Paré después de un rato, porque los pulmones me quemaban. Y el aire que respiraba me era insuficiente, quería más. No importaba cuan profundo respirara, quería más. Profesores de gimnasia decían que no debía parar abruptamente cuando se corría por un tiempo, sino que había que mantenerse en movimiento hasta recuperar el aliento, así que empecé a caminar de nuevo.
Recuperándome de a poco, noté que conocía las casas que veía al caminar.
Si, las conocía. Liam vivía por acá. En la otra cuadra para ser exactos, doblando a la izquierda, en mitad de cuadra.
"Déjate llevar por la vida" vino de repente a mi mente.
Bien, no podía quedarme vagueando por ahí, a estas horas. Y mucho menos después de la bromita que me hicieron. Es mi amigo, después de todo. ¿No?
Si, un amigo que no quisiera ser mi amigo, sino algo más.
No podía pensar en Liam como eso. Como un… chico. Era extraño, es como que de repente, algo que creías seguro, tangible, conciso, se transforma en algo lejano e inalcanzable, y que el cambio intenta comerte la cabeza al pretender descifrar qué causó tal cambio. Tal diferencia también te descoloca y ya no sabes qué reacción producir. Entonces todo lo que conocías se evapora, y empieza todo de nuevo.
Doblé en la esquina, y las manos comenzaron a sudarme. Quise darle el merito a que corrí como una desquiciada, pero no era convincente que justamente me sudaran las manos por ello.
Quiero hacer las cosas bien, quiero arreglar las cosas rotas, y Liam es una de ellas, tanto como todo lo que me rodea, que lo estropeé bastante, por cierto.
Ya no hay vuelta atrás. Voy a sacar el "reverse" del cambio, para poner "primera" en mi vida.
Avanzar se ha dicho.
Yo quiero avanzar, pero a veces soy medio torpe y abandonada. Quiero avanzar, pero no quiero enfrentarme a las cosas. Es mucho más fácil sentarse a ver, que interferir. Pero es tiempo de hacer algo al respecto.
La casa de Liam, se levantaba ante mi, como una gran montaña. Era de dos pisos, luciendo renovada y moderna a comparación de mi casa.
Había una luz en una de las ventanas del piso de arriba. Supuse que era la habitación de los padres, porque la habitación de Liam estaba ubicada al fondo. Su ventana daba al patio trasero.
¿Cómo hago ahora?
Me dirigí al costado de la casa, en donde había una puertita de madera cerrada con una simple traba desde adentro. Si pudiera sacarla...
Estiré el brazo logrando pasar por arriba de la puertecilla, poniéndome de puntillas y apretándome a la puerta, pude tocar con mi dedo índice la traba. Solo tenia que correrla.
Se podía decir que casi estaba parada sobre el dedo gordo del pie, del esfuerzo que hacia para alcanzar la traba. Seguí rozando la traba, hasta escuchar el chasquido que indicó que al fin la pude correr.
Suspiré del alivio. Ya se me estaban acalambrando los dedos.
Entré con sigilo, recordando con alivio que a su madre no le gustan los animales, y no pueden tener perro.
Rodeé la casa, prometiéndome que si no veía signos de vida de Liam desde la ventana, me iría de allí.
Me invadió una tristeza enorme cuando no vi ninguna luz encendida, y todo oscuro y tranquilo en su lugar.
Busqué alguna excusa, pero me dije que no le molestaría y me iría. Así que di media vuelta cabizbaja, para volver al pequeño pasillo.
Ahora me preocupaba la traba. ¿Como la iba a poner de nuevo?
Deje de pensar en la estúpida traba, cuando escuché un chasquido casi imperceptible. Y luego algo venía detrás de mi. Quise darme la vuelta para observar horrorizada que si poseían un gran perro asesino, o que alguna cosa venía a atacarme. Pero no tuve tiempo. Fui derribada con fuerza, cayendo al piso, golpeándome brazos y piernas al intentar amortiguar la caída.
—Mierda. —Maldije, sintiendo un peso aplastante sobre mi, y punzadas en el codo derecho.
Era una persona, pensé irónicamente. Respiraba agitado en mi oreja.
—Maldito... —Empezó a decir, mientras cambiaba de posición, pero seguía sobre mi. De repente, me giró bruscamente y sin miramientos, dejando la frase inconclusa .La voz no solo era masculina, sino también conocida.
Cuando me giró hacia arriba, y pude enfocar los ojos en la persona, vi los rasgos familiares de Liam.
—¿Emily? —Profirió con toda la perplejidad reflejada en su voz.
Yo también estaba confundida. Lo único que pude hacer, fue mover con dificultad el brazo en una posición menos dolorosa, y acomodando las piernas bajo su peso.
Parecía que estaba en shock, porque lo único que hacia era observarme parpadeando consecutivamente.
—¿Que...? —Intentó preguntar, pero volvió a callar. Por mi parte, solté un tenue gemido de dolor cuando su peso se balanceaba sobre mí.
Liam, abrió los ojos como platos, como si se hubiera despertado de un sueño. Y se levantó abruptamente.
—¡Oh, lo siento! ¡Lo siento tanto! ¿Qué…? ¿Cómo... ?
Me ayudó a ponerme en pie de vuelta, con delicadeza.
—¡Vaya! Pensé que querías matarme a golpes. —Exclamé con sorpresa.
—¡No! —Negó rotundamente. Me pasó un brazo por la cintura para ayudarme a caminar.
La verdad, que no lo necesitaba. Lo único que quería era sobarme las piernas hasta que acabara el dolor, pero no podía hacer eso. Así que me reconfortó ese brazo.
—¡No! —Repitió con mas calma. —¡Lo siento tanto! Yo... No sabía que eras tu.
—Entré para ver si estabas despierto, y como vi tanta oscuridad, supuse que estabas durmiendo. -Expliqué. -No quería molestarte. —Estábamos en el patio trasero, y había mucha mas luz que en ese pasillo diminuto. Examiné el codo, que seguía punzando. —Y al final, saliste corriendo como un loco a atacarme. —Finalicé con asombro.
Es que... No podía creerlo. Liam era un tipo pacifico, de esos que dicen "hablemos" antes de irse a las manos.
—Lo siento tanto. —Repitió apenado. —Es que... No sé que pasó. Yo estaba sentado, mirando por la ventana, pero en realidad no estaba mirando, yo solo... Pensaba. —Contaba, mirando un punto fijo de la casa. Los ojos le brillaban bajo la escasa luz. Y me di cuenta tristemente que no recordaba un gesto como tal, corroborando que, ahora todo era una percepción nueva. —De repente, un movimiento captó mi atención en la oscuridad, y no lo pensé dos veces. Y si, quizás fue lo mas estúpido del mundo, ahora que lo pienso, pero no me detuve a pensar en ese momento. Salí enfurecido, porque no podía creer que esto estuviera pasando ante mis ojos. Pensé que eran ladrones o asesinos o vagabundos, borrachos, ¡No lo sé! Cualquier cosa que no fueras tú.
—¿Qué pretendías hacer después? —Pregunté con curiosidad.
Cuando me dio la vuelta para arriba con violencia, no parecía que quisiera hacer mucho más que eso. Insultarme, quizás.
—No lo sé... —Divagó con la mirada, para luego observarme. —¿Estas bien? Lo siento.
—Supongo que si. —Levanté por sobre el codo la camisa, para confirmar que estaba todo bien. Era solo un rasguño, nada importante. —Unas tres gotas de sangre, quizás. —Calculé.
—Lo siento tanto. —Repetía una y otra vez. Tomó mi brazo que sostenía en el aire para observar también el daño.
—Moriré desangrada, deberías sentirlo. —Concluí.
—Ven, vamos a lavar eso. —Comentó dirigiéndose a la puerta trasera.
—¡No! —Tire de su brazo que tenía en la cintura para ayudarme y empujarme hacia adentro. —No quiero que me vean tus padres... Seria... Vergonzoso. —Confesé, poniéndome nerviosa.
—¿Por qué piensas eso? Vamos. —Instó.
—No, en serio. —Insistí, plantándome al suelo. —No quiero molestar, ni que me vean así. Yo... Entré a su casa sin permiso, y... Te hice asustar... Y... No debería estar aquí. Mira la hora. —Comencé a sentirme culpable.
-Bueno, ya. Cállate. Vamos, sin que se den cuenta.
—¿Si? —Pregunté insegura.
—Ellos probablemente ya estén en el séptimo sueño, ni me escucharon bajar. Y créeme, hice mucho ruido.
Convencida, me dejé arrastrar hacia la casa. Entramos, y estaba todo oscuro, justo como lo había visto.
Las escaleras para subir a su habitación, estaban justo al lado de la puerta. Solo tuvimos que adentrarnos un poco, para subir, pues la escalera miraba al frente, y nosotros estábamos atrás.
Me imaginé que los escalones crujirían, y sus padres nos escucharían, pero no fue así. Ningún escalón crujió. Todo estaba en perfecto silencio.
Entramos a su habitación, que estaba bastante limpia. A pesar de unos pequeños objeto tirados por aquí y por allá. Ni siquiera la cama estaba con signos de haber sido usada.
Liam cerró la puerta tras de si, y me empujó mas adentro.
—Vamos, vamos. —Urgió.
En el lado izquierdo de la habitación, había una puerta, a donde me guiaba, y a donde estaba el cuarto de baño.
De las veces que visité a Liam, nunca tuve la necesidad de utilizar su baño. Así que era una sensación extraña utilizarlo justo ahora.
Al entrar, Liam encendió la luz y abrió el grifo de agua.
Entré un poco cegada, hasta acostumbrarme a la luz. El cuarto parecía comprimido. Como si tuviera la sensación de que si se le agregaba algún detalle más, no habría lugar para entrar.
Extendí el brazo hacia él, que estaba de pie frente a la pileta, abriendo el grifo.
—¿Lo lavo y ya? —Pregunté.
—Estoy pensando... Tienes pelusas de la tela. No se si sacarlas ahora, o si se irán con el agua.
Me encogí de hombros.
—Ok. Déjame ver. —Acercó el rostro a mi brazo, para ver de cerca, mientras levantaba su brazo, delicadamente. Formando una especie de pinza con los dedos, se acercó y pellizcó a milímetros de mi brazo. Metió los dedos en el agua que seguía corriendo y repitió lo mismo. A veces me hacía una especie de cosquilla que me producía piel de gallina.
Liam al notarlo sonrió.
—Listo, lávate.
Puse el brazo completo en la pileta, y dejé que el agua corriera por el.
Al lado de la pileta, en el mínimo espacio que había entre esta, y la ducha, tenía lugar un estante de madera, pintado en blanco. Abrió las largas puertas, y sacó una gasa, con un liquido naranja rojizo.
Embebió la gasa en el liquido, y le extendí el brazo. Lo colocó sobre la herida y rebuscó un poco más en el estante, hasta sacar una cinta adhesiva blanca. La puso en su lugar, para que la gasa no se moviera.
Al salir del baño, lo miré frunciendo el seño.
—Es solo un rasguño. —Protesté elevando la venda.
—Me hace sentir menos peor. Al menos, morirás de cualquier cosa, excepto desangrada. —Comentó con gracia.
—Bien. —Acomodé la manga de la camisa a su lugar, tapando el vendaje. —Quizás, todo esto sea sólo porque querías jugar al doctor. —Propuse.
—No estas tan errada. —Respondió sentándose en la cama. —Bueno, voy a organizar mis preguntas, y mis suposiciones. -Comenzó. —¿Por qué viniste hasta aquí?
—No lo sé, la verdad. —No iba a decirle que necesitaba a donde quedarme, porque sonaría grosero. —Creo que... No tengo otro lugar al cual recurrir.
—Tus amigas. —Contradijo.
—Si, creo que es eso. Fui a casa de Helen, y... Es como si estuviera gritándome con los ojos que lo que hago está mal. Y ya sé que estoy haciendo mal, pero quiero ser egoísta por un rato. Entonces estas tú... Y no siento esa mirada amedrentadora. —Solucioné.
Su humor era cambiante, pero nunca me miraba culpándome. Solo... Aceptaba lo que era. Y es todo lo que necesito en este momento.
—Tu hermano me llamó. Ya te lo dije...
—Si, el muy torpe llamó a Helen también. —Agregué.
—No dijo nada. Solo preguntó si estabas aquí. No deja entrever mucho a la imaginación, por lo que supuse que te habías ido de casa. —Hizo una pausa, y si esperaba que hablara, no lo hice. —Pero sé que no te fuiste para visitarme, y tomar el té.
Me hizo acordar que no había cenado nada, y me dio hambre.
—No. —Sonreí. —No lo soporto más. —Concluí derrumbándome contra el piso.
Liam me miró alarmado, pero luego se calmó entendiendo, y se acercó lentamente para acuclillarse a mi lado.
—¿Tu papá? —Intuyó sin éxito.
—Todo, en realidad.
—Nunca se está tan al fondo. —Opinó.
—Puedes equivocarte.
—No, en realidad no. —Terció. —Soy el nerd del curso. Esos tipos nunca se equivocan.
—Pero yo si. Una, y otra, y otra, y otra, y otra...
—Es que sólo ves la mitad de la cosas. —Me calmó con un brazo en el hombro.
—Quizás. Porque si las viera completamente, conocería el fondo del fondo.
—No crees realmente eso, ¿Verdad?
—Una parte muy pequeñita no la cree, pero el resto si.
—Esa parte pequeñita, se llama lógica, debes desarrollarla un poco más. —Convino con paciencia, casi como broma.
—Quiero intentar rehacer las cosas. —Comenté llevando la cabeza para atrás, chocando con la pared.
—Cuando quieras… —Ofreció encogiéndose de hombros, dejando caer su brazo de mí.
Me percaté de que había una sillón, enfrentado a la única ventana de la habitación. Entonces pensé cuando dijo que estaba pensando, hasta que me vio.
—¿En que pensabas? —Pregunté curiosa, ya que lo había pasado por alto.
—¿Cuándo? ¿Ahora? —Giró el rostro para mirarme.
—Antes de que llegara.
Volvió a mirar al frente, frunciendo los labios.
—Cosas.
—Interesante… —Comenté, imitando fascinación. —¿Quieres que me vaya, así puedes seguir pensando en cosas? —Pregunté, esta vez con sinceridad.
—Ya no tengo que pensar en ellas. —Respondió con calma, mirándome de reojo.
—¿No? —Insistí. A lo mejor hablaría de una vez, si presionaba un poco más.
—Te llamé porque estaba preocupado por ti. Y en vez de aclarar las cosas, me dejaste más preocupado todavía. Entonces, pensaba en que podría estar pasando por tu mente, sin éxito, por supuesto. Por lo que, me quedé reflexionando en que quizás, las cosas no estaban tan mal a como me las imaginaba. —Hizo una pausa, para luego mirarme. —Y ya no necesito pensar más en ello, porque estás aquí conmigo. —Finalizó como cuando uno cuenta un cuento, y llega la parte feliz.
—Te dije que no te preocuparas, que estaba bien. —Le recordé.
—Sin embargo, no estás aquí porque quieres, ¿No es cierto? —Prosiguió sin inmutarse ante mis palabras.
—¿De qué hablas? —Pregunté confusa.
—De que fuiste a casa de Helen. No viniste hasta aquí. —Me culpó. Miraba al frente, sin ninguna expresión en el rostro.
—Siento que te sobrepaso. —Admití.
—Pero siempre piensas en alguien más primero. —La amargura desbordaba en su voz. Era lo único que demostraba alguna emoción, porque seguía sin mover un músculo de su rostro.
—¿Qué te pasa?
—¿Qué me pasa? Me pasa que estoy cansado de que siempre me tengas en segunda línea, Emily. Me pasa que siempre soy el último. —Explotó elevando el tono de voz, casi a la histeria. —Y no importa cuan reconfortada te haga sentir, siempre vas a pensar en alguien más a la hora de elegir. Probablemente sea que eres masoquista, y que te gusta todo ese tipo de cosas. Como por ejemplo el elegir sufrir por Ryan, o no hacer nada por mejorar tu vida. Y quizás ya esté cansado de esperar que abras los ojos. —Gesticulaba con las manos nerviosamente. — Porque me pasa que soy tan masoquista como tú. En vez de olvidarte de una vez, sigo intentando ponerme en tu camino, para que me hagas a un lado una y otra vez. ¿Qué quieres? ¿Qué sea tan idiota como Ryan, para que me tomes en cuenta?
—¡No! -Dije perpleja. —No quiero hacerte daño.
-¿Mas del que me haces? No creo que lo logres.
—¡Lo siento! ¿Si? ¿Crees que me gusta esto? ¿Eso crees? Pues, qué equivocado estás. Quiero arreglar las cosas. —Me defendí.
—No creo que puedas arreglar esto. Es cosa mía, después de todo.
—No es cosa tuya, cuando estoy involucrada
—Es cosa mía cuando no puedo hacer nada para que cambies de opinión.
—¿Qué me estás pidiendo?
—Nada. Ese es el problema. No puedes darme nada que quiera.
Las manos me temblaban, como si hiciera 10 grados bajo cero. Decidí cerrarlas en puños, para que se quedaran en su lugar.
—Te amo. Es tan frustrante estar enamorado de ti, Emily. No te das una idea. Pero es todo mi culpa, ¿Entiendes? No tengo ningún derecho, pero me lo atribuyo de todos modos. Cómo si amar, te diera esa facultad. Yo no te pido nada Emily. Sólo necesitaba que lo supieras, porque, después de todo… Es imposible olvidarme de ti, pensando que pudo haber quedado alguna posibilidad entre nosotros. Ahora, viendo que no la hay, todo es más fácil… O al menos eso creo yo.
Me gustaría corresponderle, me gustaría terminar diciendo “Ey, no seas idiota, yo también te amo.” Pero no estaba segura. Él era mi amigo, y no se le dice eso a los amigos.
Era una necesidad decirle reconfortarlo, quería borrar ese sentimiento que lo perturbaba. Sin embargo, no quería plantar falsas ilusiones. Ni siquiera yo sabía si lo amaba. Porque, es obvio que lo amo, pero no de la manera en la que él quisiera.
—Te mereces lo mejor. —Aseguré. —Y yo no estoy ni cerca de eso. —Admití con melancolía.
—Pero tú serías capaz de hacerme sentir eso que tú dices que merezco. —Clavó la vista en sus manos, que ya estaban quietas, descansando en su regazo.
—Si eso crees, pues ¡Vamos! —Exclamé desesperada. —Aquí me tienes. —Indiqué.
Causaba tanto daño, que no podía soportar la idea de dejar todo así. Me desesperaba no poder hacer nada. No poder decir palabras que reconfortaran de la manera necesaria, no poder dar el aliento que se exigía.
Me desesperaba ser la causante de su dolor.
No me importa hacer lo que sea por mejorarlo, mucho menos si se trata de él.
Liam me observó escéptico. Estaba incrédulo razonando mis palabras. A pesar de todo lo que me había dicho, su mirada seguía sin culparme de nada. Una lucecita siempre le iluminaba los ojos, quizás sea el color lo que causaba ese efecto.
De repente su rostro se suavizó, y se calmó, mostrando una mirada tan serena, que me resultó extraña.
Se puso de pie, extendiéndome una mano para acompañarlo, la cual no rechacé.
Sentí cómo se me contraía el estómago, de puro nerviosismo, y cómo las piernas me flaqueaban.
Sabía perfectamente lo que proseguía. Y el cuerpo no me ayudaba. Estaba rígido.
Ya de pie, y a su altura, lo miré a los ojos, rindiéndome.
Liam se acercó, con la misma paz y serenidad que lo invadió hace un rato, y no hice nada al respecto.
Pero nada pasó.
Me abrazó. Eso fue todo.
—Discúlpame. —Pidió en un susurro junto a mi oído.
La sorpresa tardó mi respuesta a su abrazo, que le devolví con retraso.

sábado, 19 de febrero de 2011

Capitulo 9: Liam

Por más que la busque por todos lados, Emily no está.

   Hoy no vino al colegio. ¿Por qué? ¿Le habrá pasado algo? ¿El padre le hizo algo?.

   Me rindo y trato de pasar el rato.

   Estamos sentados en las sillas del bar del colegio.

   Hace una temperatura especial. Corre una brisa hermosa.

   Tyler quiere salir a algún lado con todo el grupo.

   ─Tengo sed, ¿Quién pone dinero para la bebida? ─pregunta Tyler.

   Generalmente, cuando tiene ese tipo de actitudes, me hace acordar a Ryan.

   Creo que Tyler está más que feliz con ser el nuevo "líder" (por llamarlo de algún modo).

   Bueno, supongo que siempre será así. Uno que siempre va a la cabeza por los demás.

   No es que sea malo. Pero es molesto. Por eso no me opongo, ni hago de rebelde. Yo también tengo sed.

   Hacemos una ronda para poner el dinero en su mano.

   ─¿Quiéres que valla yo? ─Me ofrezco.

   ─¡Claro! ─Me dice alegre. ─Me ahorras el trámite. ─agrega, guiñándome un ojo. Por un momento, pensé que se refería a que no tenía ganas de ir. Pero cuando me dejó el dinero en la mano, y se fue junto a una chica, creo que llamaba Claire; comprendí.

   ─¿Vamos? Te acompaño, así no vas solito. ─Ashley, tan fiel a su trabajo: Estar siempre rondandome.

   Respondo con una sonrisa forzada, y me pongo en marcha.

   Ashley va inusualmente muy tranquila y callada. Pero la verdad es que, se esta muy bien así, por lo que ni me preocupo en empezar la charla.

   ─¿Sabes? Hace mucho que no salgo a ningún lado, ─Oh, no. No lo hagas. No me lo pidas. ─Y veo que a ti también te hace falta un poco de aire nuevo. ¿Por qué no salimos un rato después? Es decir, nosotros dos. ─Pregunta sin rodeos, enfatizando las palabras "nosotros dos" para descartar el viaje grupal.

   Genial, si me lo pide.

   Creo que estoy empezando a odiar esa forma suya en que siempre termina presionándome a hacer algo. A lo que me refiero es que... Nunca un "Te gustaría... ", "Que te parece si... ", "Quieres... " Es obvio que me pregunta, y que puedo decir "no" perfectamente.

   Es sólo que... no puedo.

   Hay algo en ella que es bueno.

   Es decir, ¡Está intentando ayudarme!

   ¿Por qué o para qué tengo que ser tan malo, o desagradecido con ella?

   Ya estábamos en el mostrador del bar.

   Me giro y le sonrío sin compromisos.

   ─Eh..., ─murmuro.

   ─¿Si? ¿Le ayudo en algo? ─interrumpe el señor que atiende el bar.

   ¡Oh! ¡Que oportuno!

   Ashley se queda esperando una respuesta, y yo con la nueva excusa, me vuelvo al vendedor sonriendo para hacerle mi pedido. Y por si fuera poco, me adentro más en el lugar, dejándola unos minutos.

   ¡Que actitud la mía!

   Me siento mal por ella, y antes de que el señor me cobre, le pido un chocolate, que pago por mi cuenta.

   Me reuno de vuelta con ella y levanto mi mano enfrente de la suya.

   ─Toma. ─Ella abre la palma y ve caer el chocolate. ─Gracias por acompañarme ─Es obvio que no solo me refiero a ahora, pero no tengo la menor idea de si ella lo capta, o se da cuenta.

   Se le ilumina el rostro con una sonrisa y responde animada:

   ─Si así va a ser,... Entonces te acompaño más seguido.

   Mmm... Ya, como si no lo hiciera todavía.

   No me gusta cómo sonó eso.

   Creo que es una tremenda metida de pata.

   ─Vamos ─insto.

   Empezamos a caminar de nuevo, y es imposible ignorar el cambio de humor en Ashley.

   Entonces... ¿Salimos a algún lado? ─Pregunta, ahora mucho mas confiada.

   Se nota el contraste, su pregunta anterior estaba manchada de inseguridad, y ahora hasta podía sonar entusiasmada, segura de mi respuesta.

   Esto es un error.

   No puedo dejar que esto, o mas bien ella, avance más.

   ─La verdad es que... Estoy sin energías para salidas. ─Miento insulsamente, pero se lo traga ─Pero... Quiero hablar contigo de algo.

   Para entonces, ya llegamos a la mesa en donde estaban todos.

   Hablamos de tonterías mientras bebemos, y luego toca el timbre que nos indica ir a clases de vuelta.

   Como se hace costumbre, algunos nos quedamos un rato mas sentados, hasta que Ashley me agarra para empujarme a clases, y luego cuando ya empiezo a caminar, se queda aferrada a mi brazo.

   En clases, intento prestar toda la atención posible, sin prestar mucho interés a los intentos de charla de Ashley, que ahora se sienta atrás mio.

   Asumo que es de mucha importacia, para ella sobretodo, que le tengo que informar mi desinterés hacia ella, o hacia cualquier otra. (Claro, con una excepción, pero no tiene porque saberlo)

   Cuando finalizan ya las clases. Recojo mis cosas, y salgo distraido por el pasillo.

   Cuando salgo ya del edificio, me acuerdo de mi tarea: Hablar con Ashley. Entonces detengo mi paso, y miro a mi alrededor. No la encuentro, y supongo que todavía no salió, como la mayoría, me vine muy deprisa.

   Me apoyo en la pared lateral del edificio, para tener mejor vista de quien sale, aunque está un tanto alejada (no mucho).

   Cuando la veo salir, sé que no me esperaba, porque se le escapa una sonrisa de sorpresa.

   Mientras se acerca, noto que se está regodeando en su propia felicidad.

   Me siento una miérda.

   ─¿Me esperas para acompañarme tú a mí? ─pregunta arquenado las cejas.

   ─De hecho, te tengo que decir algo ¿Recuerdas? ─Respondo, pero como si fuera buen perro, me levanto para obedecer. ─Te lo digo mientras vamos. ─La afirmación sonó como pregunta.

   ─Bueno, vamos. ─Dice, elevando las comisuras mientras asiente.

   Caminamos un rato, para alejarnos de cualquier oyente, después de todo, no quiero que sea mas bochornoso para ambos, de lo que ya es.

   Ashley me toma la mano, y dice:

   ─Entonces...

  Yo miro nuestras manos entrelazadas. Las levanto a la vista de ambos, y ella las observa conmigo un poco confusa, como si me preguntara si eso no era lo que yo quería.

   ─De esto quiero hablar ─Respondo agitando su mano.

   Ella quiere empezar a decir algo, pero la interrumpo, porque se que va a decir todo lo contrario a lo que yo estoy tratando de soltar.

   ─No, Ashley. Creo que... No está bien esto. ─aminoramos el paso, hasta detenernos y quedar de frente.


   ─No puedo... ─Empiezo sin saber muy bien qué decir. ─No puedo corresponderte. ─Digo un tanto inseguro por el término. Pero para afirmar más lo que dije, dejo caer mi mano de entre la suya.


   Ashley no tiene la menor idea de cómo actuar, o su respuesta es desconsierto.


   ─Pero... ─Es lo único capaz de decir. En su cabeza le está dando mil vueltas al asunto, seguramente filtrando algo que ella hiciera mal. Que interpretara mal. ─Yo...


   ─Puede que no sea muy tarde para... Ya sabes, mirar por otro lado. ─Comento.


   Un bien para los dos: No me siento tan poqueria, y ella se busca algo más.


   Ella me mira directo a los ojos, y aprieta los labios volviendo a bajar la cabeza cuando dice:


   ─¿Ya es demasiado tarde para ti? ─pregunta certera.


   «Si, ya es demasiado tarde para mi» pero no lo voy a decir en voz alta. En cambio, levanto mi brazo pasandolo por sus hombros, lo que la voltea de nuevos hacia al frente, y froto mi mano contra su hombro en respuesta.


   Empiezo a caminar de vuelta, lo que la obliga a ella también.


   ─Igual, eres buena amiga. ─Afirmo sinriendo para ya acabar con la tensión. ─¿Te gustaría ser sólo mi amiga? ¿O no lo merezco? ─Parodio, y ella sonrie al fin.


   Me palmea la mano que está en su hombro y se suelta.


   Cuando creo que me va a responder, me encaja un beso en la boca.


   Un beso desesperadamente apasionado. Sus manos, ahora en mi nuca, me aplastan contra su rostro.


   Aunque me cuesta, la separo de mi.


   Sus facciones me hacen la pregunta: ¿Y? ¿Sigue siendo demasiado tarde?


   ─Lo lamento Ashley.


   Ella se resigna de una vez por todas.


   ─Está bien. Disculpa por todo esto. Mejor sigo yo sola desde acá. ─murmura.


   Mientras se va, me doy cuenta de que a lo mejor fue para que no la viera llorar, o algo por el estilo.


   La entiendo, ¿Es que no es lo mismo o parecido a lo que me pasa a mi?


   Ya es demasiado tarde para mi. Intenté muy tarde que me gustara otra chica.


   Emily es la que quiero.








   Al otro día, todo es normal e incómodo con respecto a Ashley.


   Nos saludamos, si. Estamos cerca en el mismo grupo, si. Nos dirigimos la palabra, si. Pero ahi llega todo.


   Lo primero que noto es que, al tocar el timbre, ella ni me mira, sólo va a clases sola.


   Y es obvio ese cambio frente a los espectadores.


   Hoy Emily si vino. Y físicamente, esta bien (No sé, esperaba ver si el padre le puso la mano encima), aunque es obvio que no es la misma.


   Si antes me enojé porque ella estaba en su mundo, ahora deberia estar furioso de que literalmente viva en el mundo de su mente.


   Tiene la mirada fija en la nada, y en momentos frunce el seño intentando descubrir el mayor de los secretos.

   Cuando los días pasan, y sigue igual, me paso de nuevo al grupo de ella. La humillante verdad es que, aunque si me preocupa Emily, es totalmente incómodo estar con Ashley. Se que cada vez que me mira, me acusa. Y de que no puedo decir nada sin que ella voltee la vista para otro lado, y solo la vuelva porque alguien la llame.

   Este grupo es definitivamente más tranquilo.


   Me siento cerca de Emily para ver cual es su reacción, pero ella sigue flotando.


   Me estoy cuestionando seriamente mis sentimiento hacia ella.


   Creo que todo empezó cuando nos conocimos, yo era íntimo amigo de Ryan, por ende yo estaba presente cuando se pusieron de novios.


   Los dos grupos, el de ella y el nuestro, empezó una extraña confidencialidad.


   Hasta que al final se podía decir que eramos una mezcla de "amigos". Cada uno tenia afinidad con diferentes personas del grupo, y la mia por supuesto, estaba al lado de Ryan. Eramos el cuarteto, yo, mi novia Lauren, y ellos dos.


   Las cosas entre Lauren  y yo no estaban muy bien, ella vivía quejándose de muchas cosas, y llegaba un momento que acababa con mi larga paciencia.


   En esos momentos Emily me aconsejaba y yo intentaba seguir sus consejos para que la relación durase. Pero Lauren renía todas para acabar. Una vez dijo que ya se había cansado de mí, y de mi estúpido carácter.


   Intenté entenderla.


   Muy absurdo para un adolescente, pero así fue. Intentamos una segunda oportunidad. Estaba tan enfrascado en Lauren, en que todo vaya bien, funcione, y demás, que no me di cuenta del problema de Ryan hasta que me dijo que iba a terminar con ella y se iba a ir con su familia. Al parecer su familia se mudaba de casa, y así de colegio.


   Por lo que entendí, se sentía ahogado y abrumado.


   A mi me pareció mas que quiería volver para atrás y recuperar su vida anterior, por pura nostalgia.


   No sé qué tanto podría extrañar, si al principio la pasabamos de lujo. En nuestro pequeño grupo privado, todos bromeaban con todos, y podía pasarsela muy bien incluso por separado (sin Ryan, sin mi, sin Lauren).


   No había mucha diferencia con lo que él esperaba de una buena relación. Es decir, seguia con sus amigos de siempre, no había mucho de lo que Ryan hacia le molestara a Emily tanto como para "prohibirle" seguir haciéndolo. En conclusión, Emily estaba perfecta para cualquier chico al estilo Ryan, loco por su libertad.


   En fin, cuando se fue, Emily reaccionó realmente mal. Estaba despechada (realmente, para que hasta yo lo notara) que quizo fingir que no pasó nada. Sin emabargo aunque ella quisiera fingir, yo me mostré muy buen amigo y la acompañé. Ofreciendole mi soporte. Mas que todo, porque creí que Ryan era un animal sin motivo alguno.


   Yo realmente me concideraba su amigo, e intenté que se abriera, y me contara lo que realmente sentía. Pero ella obstinada se cerraba más y más, haciendose más daño.


   Lauren terminó conmigo.


   No hay segundas oportunidades para que algo estropeado vuelva a funcionar como la primera vez.


   Asíque Emily y yo eramos los infelices abandonados por el amor.


   Ella como forma cortés me prestó soporte (sólo por ser cordial, ella sólo se hundía en su propio pozo)


   Y fue ahí cuando pasó.


   Cuando mi rutina se transformó en cuidarla y extrañar lo que era. Cuando por querer comprender, me veía observandola aprendiendo nuevas expresiones en su rostro.


   En un error mio por entender, me puse en el lugar de Ryan. Me preguntaba porqué iba a extrañar algo, qué cosas negativas podía haber en ella. Y me ví a mi mismo encontrando las cosas positivas de ella.


   Fue un descuido de mi parte cuando tenía la guardia baja.


   Sin embargo, los dos seguimos cada uno con su vida.


   Ella parecía normal, pero sin ningún signo de sentirse normal.


   Y yo, también intentaba buscar una vida normal. Y pues... Por supuesto intenté volver a la vida amorosa. Pero, nunca me convencían. Flirteaba por ahi, y luego descartaba de inmediato.


   Conocí a Ashley, y ella me gustaba. Empezamos ese jueguito, al cual yo jugaba a medias, y así hasta que me rendí .


   Yo quería estar con Emily.


   Dejé todo, y me concentré en ella. Después de todo, no tenía elección. Es decir, mirando otras chicas, no funcionaba. Y si Emily me rechazaba, ya estaba.


   Digamos en una palabra, estaba regalado con moño y todo.


   




   A la salida de clases la busqué, y noera de extrañarse encontrarla en su árbol de atrás de la escuela.

   Era como su santuario.

   Me senté a su lado sin llamar mucho la atención. Estaba dispuesto a esperar, después de todo, en algún momento ella tendría que reaccionar y darse cuenta de que tiene que volver a casa.

   Ella ni se permuto al sentarme cerca.

   Me distraí pensando en las musarañas. Y me pregunté ¿Qué estoy esperando? ¿Para qué espero que me preste atención?

   Entonces ya sé porqué.

   Era jugar a todo o nada.

   No creo que lo sepa de todos modos, ella no es tan esquiva como para andar por el lado mío sin siquiera decir algo. Sería egoísta, y ella no lo es.

   Es estúpido seguir así.

   Definitivamente es hora de actuar, en vez de mirar.

   Como si fuera el destino que me respone, siento unos brazos alrededor de mí. Y no me puedo creer lo que estoy viendo.

   Emily me está abrazando.

   ¿Se supone... ?

   ¡Oh! ¡Ya! ¡No seas tan tonto! (Es difícil cambiar la forma de actuar con ella, pero lo hago).

   Estiro mis brazos y la abrazo también. No como amigo, sino como yo quiero.

   ─No sabia que ya volví a ser la de antes ─comenta antes de respirar más rápido.

   Después de un rato se separa, y yo para que no se aleje. La atraigo hacia mí, y me acomodo para que ella se quede así. A mi lado.

   ─No, de hecho pareces peor ─Se me escapa, y frunzo el ceño. ─Por eso volvi. Pero parece que ni te diste cuenta. ─Digo con recelo.

   Ella asimila las palabras, y sé que se va incómodar, porque... ¿Qué derecho tengo? ¡NINGUNO! Soy su amigo, si. Pero no es suficiente. Al menos no para mí.

   Miro de reojo y la veo pensando, más bien, debatiendo algo. Al final suelta como atragantada, como si lo quisiera decir desde antes.

   ─Ryan volvió. Es decir, lo encontré en una plaza y me pidió que volviera con él.

   Además de que todos mis organos caen al piso, siento tanto odio. Quiero decir «¡¿Qué?!» El muy desgraciado la deja tiraba a la deriva, y ahora ¿Quiere volver?.

   Estoy desquiciado. Y eso me pone enfermo, porque odio esas olas de emociones que me hacen parecer psicópata. Asique... simplemente me callo.

   Es entonces que ella dice:

   ─Ya sé, no te preocupes. Le dije que no podía volver con él, y me respondió que entró al servicio militar.

   ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? ¿Intenta dar lástima?

    ─¿Y?  ─Pregunto molesto.

    ─Pues, que no puedo dejarlo así como así. Un tipo al cual yo consideré como un padre cuando era mas chica, entro en eso y… lo ultimo que supe de él, fue que todas sus cosas quedaron a cargo de su hermana ─Me explica en resumen ─Y bueno… eso me ha atormentado estos días. ─Termina.

   Si, ¡Claro! Quiere dar lástima. Juega sucio el maldito.

   ─Te aterroriza que no vuelva, y peor aun, que le hayas rechazado antes. ─Ahora entiendo por dónde viene la mano. La verdad me tiemblan los labios por querer decir algo. ─¡Él terminó contigo! ¡No le debes nada! ─En puro impulso lo largué. Como si le explotara en la cara.

   Estoy nervioso, no quiero tratarla mal. Pero... ¡Dios! ¡Va a seguir creyendo en él! ¿Cómo puedo mantener el auto-control si ella sigue pensando en él. Y yo cayendome a pedacitos. Es que... Emily nunca me va a ver más que como su amigo. Y es tan frustante.

   Ella se levanta y se separa de mi. «Genial, ¿Por qué simplemente no soplas hacia mi para terminar de desmoronarme? Es más fácil que cualquier cosa que pienses.» Digo para mis adentros sarcásticamente.

   ─Ya sé, y es por eso que intento convencerme a mi misma de que ya no vale la pena. ─Dice con tristeza.

   Ella sólo está intentando olvidarlo. No estoy siendo justo. Soy impulsivo. Me dan ganas de abrazarla tan fuerte que hasta podría romperla, como una muñeca. De repente siento un entusiasmo, por querer cuidarla, y por intentar ayudarla.

   ─Tú no lo dejas salir. ─Digo, y para explicarme mejor señalo su cabeza. ─Necesitas distraerte, no encerrarte sola. ─Señalo con dulzura. Y se puede decir que todo el clima lo hace necesario. Asíque me acerco y pienso en decirle. Pero su cercanía me propone otra cosa. Me acuerdo de Ashley, y de su beso. Y ahora entiendo: La desesperación. ─Necesitas… saber. ─Digo casi inaudible frente a su rostro.

   Como si el coraje estuviera en una caja, lo saco y lo dejo fluir por mi cuerpo.

   Sin miedo ahora, pongo mis manos a cada lado de su cara, y presiono mis labios contra los suyos.

   No es menos de lo que esperaba que sería.

   Además pensé que ella me rechazaría, y no lo ha hecho.

   Tan fácil como vino, así de facil se me va el coraje. Y me aparto obligandome a mantaner mi rostro cerca. Si, seguía esperando un rechazo. O algo parecido. Pero ella solo gesticula:

    ─No entiendo...

   ¿No es obvio?

   ─Creo que es lo mas obvio del mundo Emily. ─Respondo con sarcasmo, pero ella sigue confundida. ¿A qué espera? ─Em… todo el mundo sabe que… voy a seguir atrás tuyo aunque sigas enamorada de mi antiguo mejor amigo. ─Busqué las palabras minuciosamente, sin embargo siguen avergonzandome decirlas en voz alta.

   Ella sigue con su cara de confusión. Y me viene una sensación de inseguridad arrolladora. ¿Se está burlando de mí? Estudio sus facciones. Ella no es de esas. Pero, ¿Por qué tanta confusión? Para todo el colegio era obvio que yo estaba literalmente "babeando" por ella. ¿Por qué ahora me enoja que ella no lo vea?

   Miro sus ojos, que están tan cerca de mi. Ella está pensando. Y de repente, noto el color en sus mejillas. Que adorable.

   ─Pero… Ashley. Si, ¿ustedes no… ? ─Intenta zafarse. Que frustración.

   ─No. Además, ya me cansé de intentar. ─Respondo con sinceridad, alejandome, dandole espacio.

   ─¿Intentar el qué?

   ─Esta cosa de… prueba y fallo. ─Respondo incomodo. ─ya he salido con suficientes chicas como para ser inteligente y darme cuenta que con la única que quiero salir, es contigo. ─Ya está. Me cansé de tanto suspenso.

   ─Liam… ─Hace una pequeña pausa buscando las palabras. ─Esto… No lo había pensado antes.

   ─Claro que no. ─Digo para mí, más que para ella.

   ─Liam… Yo te quiero. No lo puedo negar. Es decir ¿Cómo? Si siempre has estado ahí, para mi. Cuando te necesité, solo miraba a mi lado, y te veía. ─Ahora estaba nerviosa, y confiesa: ─y… siento mucho que hayas pasado por eso. Creo… Creo que, si hubieras estado antes, ya sabes, me hubieras dicho esto antes de ver a Ryan, creo que… yo… creo que hubiera podido… estar contigo ahora.

   Siento como si me dieran una cajita de regalo, y cuando la abro, alguien salta desde dentro gritando ¡Sorpresa!

   Esas palabras no pueden entrar en mi cabeza. Y hay algo en todo esto, que me molesta. Y no me es difícil detectar qué es.

   Siempre después de Ryan.

   Ya no me importa.

   ─No es lo que esperaba. ─Digo con íronia, y sonrío

   ─¿Qué cosa?

   ─No son las palabras que exactamente esperaba escuchar, y sin embargo podría haberme tirado de donde quieras por escucharlas. Pero, no me satisfacen, porque sigues pensando, o queriendo compararme con él. ─No puedo evitar decir la verdad.

   Le pasa por el rostro el reconocimiento y puedo estar seguro de que tengo razón.

   Ella se lo piensa un rato, y responde:

   ─Te quiero, independientemente de cualquier cosa que tenga que ver con Ryan. ─Me eleva las esperanzas, sé que lo que dice es cierto. Y se tomó el trabajo de que al momento de decirlo sea verdad.

   Traducido: Me quiere.

   Lo que es igual a: Tengo esperanzas.

viernes, 18 de febrero de 2011

Capitulo 9: Emily

Las semanas pasaban, y yo entraba y salía, a lapsos indefinidos, de sueños a la realidad.
En momentos estaba en clases, y en otros imaginaba toda la situación con Ryan, es decir, perdonándolo y volviendo con el. O todo tipo de variables con respecto a mi relación con él.
Necesitaba estar cien por ciento segura de que estaba bien, y de que Ryan es parte del pasado. Pero ¿Cómo? Si estaba tan preocupada por él, porque le pasara algo en esta “nueva profesión”.
Sabia que lo correcto era dejarlo pasar, y guardarlo en un cajón en mi mente, sin embargo otros recuerdos afloraban.
El recuerdo de perdida de alguien por el maldito servicio militar. Nunca pensé que iba a pasar por lo mismo, se suponía que no iba a pasar más. Pero acá estaba, con un ex novio que no se si deje de amarlo y se esta metiendo en es pesadilla.
Mis ensoñaciones eran muy frecuentes, porque dentro de mi estaba el aturdimiento de no querer dejar a Ryan ir a ese lugar, no quería perderlo, y por otro lado, el de dejarlo ir, no solo físicamente sino también mental y sentimentalmente
En otros momentos estoy tan enferma y cansada de pensar en ello que vuelvo a la realidad desesperadamente para quedarme ahí.
Soy vagamente consciente de todo.
-Emily, ¿Qué tienes? ¿Qué traes? -me preguntaba mi mejor amiga Helen. A lo cual, yo respondía:
-Nada -casi monótona.
Aunque era mi mejor amiga, no le había contado sobre Ryan. Claro que sabia sobre nuestro noviazgo y sobre que el termino conmigo, por supuesto, es lo que sabe el colegio entero. Pero nada mas.
No pude contárselo porque lo jure, porque así tenia que ser, y así fue.
En unas de esas salidas a la realidad, me encontré sentada en el mismo árbol de siempre, era fuera de clases, lo sabia porque Liam estaba sentado a mi lado (él, a menos que no sea una emergencia, no perdería sus clases por mi).
Como antes, siempre a mi lado.
Me sorprendió. No me acuerdo de que me halla perdonado, mucho menos ahora que estaba ida del todo.
Ahora que lo pienso, ¿no es esto una emergencia? ¿faltó a clases?
Me doy cuenta de que no, porque a lo lejos puedo ver otros chicos, además no esta haciendo nada, solo me acompaña.
Si fuera emergencia… haría algo, ¿no?
Me alegra mucho de que vuelva conmigo. El sigue mirando al frente sin hacer caso a mi observación. Asíque me acerco lentamente y lo abrazo.
Lo siento titubear, pero al fin me lo devuelve muy firme.
-No sabia que ya volví a ser la de antes -repuse contra su pecho. Al decir aquello me dio miedo de que vuelva todo ese alejamiento y alargué más el tiempo del abrazo.
En fin, me separo para darle espacio.
Porque estoy segura que no se esperaba esa reacción de mi.
Pero el me apoya a su costado contra el tronco del árbol.
Me agrada, creo que pasaron siglos sin el. Liam, el único que siempre estuvo ahí para mi.
No, de hecho pareces peor. Por eso, volví. Y parece que ni te diste cuenta. -¿siempre fue tan directo? La primera parte de su frase suena con dolor, pero la segunda se le agrega… ¿frustración?.
Pobre Liam, debe estar arto de mi.
De todas formas, yo misma lo estoy.
Debe de pensar en alguna madera de romper esta amistad para librarse de mi, de una vez por todas.
-Ryan volvió. Es decir, lo encontré en una plaza y me pidió que volviera con él. -le solté.
Si hay alguien que merece que le cuente todo lo que verdaderamente siento, esa persona sin dudarlo, es Liam.
Aunque nunca había sido tan abierta con él, me siento bien.
No parece lo mismo por parte de Liam, que cambia su semblante para reemplazarlo por rabia.
-Ya sé, no te preocupes. -Le prevengo. -Le dije que no podía volver con él, y me respondió que entró al servicio militar.
-¿Y?
-Pues, que no puedo dejarlo así como así. Un tipo al cual yo consideré como un padre cuando era mas chica, entro en eso y… lo ultimo que supe de él, fue que todas sus cosas quedaron a cargo de su hermana. -le cuento porque él no lo sabe. Aunque si que sabe de que mi papá es un desgraciado, asíque lo comprende. -y bueno… eso me ha atormentado estos días. -Concluyo.
-Te aterroriza que no vuelva, y peor aun, que le hayas rechazado antes. -Afirma muy seguro, y también muy resignado. -¡Él terminó contigo! ¡No le debes nada! -Exclama mirando al cielo.
Yo a su lado, noto perfectamente la tensión de su cuerpo, también noto que esa posición ya es incomoda.
Me enderezo alejándome unos centímetros de él.
-Ya sé, y es por eso que intento convencerme a mi misma de que ya no vale la pena. -en mi voz se desliza un sentimiento de tristeza, lo que hace que parezca que de verdad lo intento.
Liam también se endereza, y quedamos frente a frente.
-tú no lo dejas salir -responde.
Señalando mi cabeza, pero sin tocarla. -Necesitas distraerte, no encerrarte sola. -dice poniendo los ojos en blanco -necesitas… -se acerca mas hacia mi, para hacer alguna seña con sus manos o algo, como lo de mi cabeza. O eso creía. -Necesitas… saber. -susurra.
Y con determinación, pone sus manos a cada lado de mi rostro, y me besa.
No me resisto, porque mi cuerpo se desconecto de mi cabeza.
No encuentro donde están mis manos, o alguna extremidad.
La cabeza da muchas vueltas, y me mareo al instante.
No comprendo, ¿Qué se supone que tengo que saber?
¿Qué hay otros chicos, u otra gente en quien pensar?
Liam se separa unos escasos centímetros para ver mi expresión.
Lo miro confusa y admito:
-No entiendo… -digo entrecortadamente, aunque agradezco tener voz para decirlo.
-Creo que es lo mas obvio del mundo Emily -decia, pero yo todavía seguía sin entender.
Además, estaba mas consciente de que no se alejaba ni medio milímetro.
-Em… todo el mundo sabe que… voy a seguir atrás tuyo aunque sigas enamorada de mi antiguo mejor amigo. -confiesa, avergonzado.
Liam no estaba conmigo por amistad, ¡¿él esperaba algo más de mi?! ¿es que de verdad no le importa? ¿no le importa que sea tan estúpida, lenta, despistada, melancólica y desesperada?
Me hace sentir rara, porque yo estaba tan embobada con Ryan que no había reparado en nadie más.
Me quedo con este pensamiento, porque parece decir mas de lo que parece.
Parece decir mas de mi… mas de lo que me gustaría…
Mi vida giraba en torno a Ryan, ya fuera porque estaba con él, o cuando me dejó, o cuando esperé a que iba a volver, cuando quise olvidarlo, cuando intenté avanzar ya de una vez, cuando vuelve, y ahora, cuando deseo que la elección que tome es la correcta.
¡siempre es sobre él!
Esta verdad me sorprende y me siento estúpida, de haber perdido todo en él.
Me sentía ultrajada.
Como si me hubieran metido un chip en la cabeza con esa única función:
Ryan.
Siento como si hubiera descubierto el final de un laberinto.
La cabeza se me despeja.
Vuelvo en si, pasaron solo unos segundos.
Liam, sigue esperando una respuesta. A lo mejor tomó mi espera como que estaba pensando en él, pero no. Otra vez, estaba pensando en Ryan.
-pero… Ashley. Si, ¿ustedes no… ? -digo muy lucida (bueno… con respecto hace un minuto).
-No. Además, ya me cansé de intentar. -Dice, ahora si se aleja para ponerse en mejor pose.
Aunque no me di cuenta, él se me había “declarado”.
Supongo que insinuar que esté con otra, no es una muy buena respuesta para alguien que (en otras palabras) dice “me gustas”.
-¿intentar el qué? -pregunto con interés, pero a la vez para ganar tiempo.
Necesito pensar en esto que me dice Liam, además de muchísimas cosas mas, a las cuales pase por alto por culpa de Ryan.
-Esta cosa de… prueba y fallo. -responde incomodo. -ya he salido con suficientes chicas como para ser inteligente y darme cuenta que con la única que quiero salir, es contigo.
Ahora, en la forma en como lo dice, caigo de una vez por todas, en la cuenta de lo que me dice. Y poco más, la mandíbula no me queda colgando frente a él.
Si, es obvio que no le importa nada, esta ciego.
Por suerte, consigo un poco de autocontrol, y resisto las ganas de abrir la boca como en las películas.
-Liam… -«no sabes lo que dices» estoy por decir, pero si lo sabe. Algo en él me lo dice. Parece haberlo premeditado desde dios sabe cuándo. -esto… No lo había pensado antes.
-Claro que no -responde por lo bajo.
-Liam… -intento de nuevo -yo te quiero. No lo puedo negar. Es decir ¿Cómo? Si siempre has estado ahí, para mi. -creo que voy por buen camino. -cuando te necesité, solo miraba a mi lado, y te veía. -empiezo a mirar la hierba que hay bajo mis manos, porque no puedo mirarlo a los ojos. Simplemente me marea. -y… siento mucho que hayas pasado por eso. Creo… -estoy llenando vacíos. A lo mejor lo que voy a decir no sea cierto. -creo que, si hubieras estado antes, ya sabes, me hubieras dicho esto antes de ver a Ryan, creo que… yo… creo que hubiera podido… estar contigo ahora. - la voz en las ultimas palabras fueron apenas audibles, pero firmes. Lo cual me extraña.
Siento un calor que me hierve las orejas. Pero lo que las quema, es su mirada. Se que me está calvando con la mirada, aunque en este momento este viendo mis manos, que compulsivamente pellizcan la hierba.
«puede que si»
Puede que sea cierto lo que dije.
En realidad, Liam no está nada mal. De hecho, es perfecto. Por lo menos lo que necesito.
El silencio me está matando.
Levanto la mirada y me encuentro con la suya.
¿Cuántas veces he mirado directamente a esos ojos mar profundo, desde que rompí con Ryan?
Por lo menos en lo que soy consciente, solo dos veces:
Cuando me acompaño a casa después de llorar, y ahora.
-No es lo que esperaba. -dice haciendo aparecer una sonrisa.
-¿Qué cosa? -Pregunto.
-No son las palabras que exactamente esperaba escuchar, y sin embargo podría haberme tirado de donde quieras por escucharlas. Pero, no me satisfacen, porque sigues pensando, o queriendo compararme con él. -confiesa.
Tiene razón.
Aunque quiero remendarlo. Quiero decirle la verdad, aunque no puedo sin decir algo que le de la razón.
Me pone triste. Su tristeza, me pone mal.
Porque no puedo darle lo que quiere.
-te quiero, independientemente de cualquier cosa que tenga que ver con Ryan. -eso está bien. Por lo menos hizo que sonriera francamente.
Separa los brazos, y los extiende hacia mi en forma de pregunta.
Me acerco a ellos sin dudar.
Recuesto mi cabeza en su pecho, y mis dedos se cierran en su espalda.
Quiero el bien para Liam. Robaría por él, para darle lo que quiera.
Es una deuda que no puedo pagar, a menos que le ocurra lo mismo que a mi. Lo peor de todo es que, yo le estoy haciendo algo similar.
Me siento en deuda.
Si, voy hacer lo que sea necesario para recompensarlo.

martes, 18 de enero de 2011

Capitulo 8

Me pierdo mirando esos ojos que me hacen perder la concentración.
  
   «Egoísta»
 
  ─No puedo, no puedo con esto. No me perdonaría nunca si… estaba a punto de decir “volviera contigo” pero es mucho mas que eso. Es el simple hecho de volver a darle permiso para que vuelva a destruir lo poco que queda de mi.…vuelvo a cometer el mismo error.

   Es tonto sentirme tan mal diciendo lo que estoy diciendo, porque después de todo, es lo que suponía debía esperarse de mi.

   Sin embargo, me siento mal porque le creo. Le creo que se haya arrepentido, y le creo cuando sus ojos me dicen que les gustaría estar de nuevo conmigo.

   Estaba por refutar mi idea cuando lo interrumpo:

    ─Te esperé. Hasta que me di cuenta de que no ibas a volver, y todo fue peor. Los recuerdos empiezan a salpicar mi mente. Las cosas no eran las mismas, todo parecía con menos color, mas frío, agotador… La lista se extendía mas, pero no quería entrar en detalles. Me prometiste,… tú… se suponía que me ibas a alejar de mi casa, que todo iba a ir a mejor. No ibas a permitir que mi padre volviera a herirme. Callé abruptamente una centésima de segundo antes que mi voz se quebrara. 
  
   Noto que sus manos presionan con mas fuerza las mías, lo que se traduce a “ lo siento, también por eso".

   «¿sabes qué es lo peor? Que quería decir cosas mucho mas hirientes, que te duelan tanto como a mi. Pero me limito a esto. Porque me siento egoísta. Y porque no producen mas que dolor al ver tu rostro cuando pronuncio cada palabra.» Digo para mis adentros.

   Es horrible, pensé que me sentiría radiante.
  
   ─Olvídalo, no queda mas remedio. Replico, frustrada conmigo misma.
  
   ─Emily, no podía…- dice en tono lastimero. He entrado al servicio militar.


***

   Estoy en mi cama, observando las motas de polvo que revolotean a los rayos de luz del sol que entra por la ventana.

   Intento seguir una de entre todas, pero solo lo consigo por unos segundos, ya que luego desaparece.

   Luego me doy cuenta que no hay mas, se han acabado. Y es porque ya no hay luz del sol que las ilumine, puesto que ya es de noche.

   Me levanto de la cama, y me estiro. La columna y parte del cuello me duelen. ¿Cuánto tiempo he estado acostada?

   Soy vagamente consciente de haber arrastrado los pies hacia mi cama.

   Salgo de mi habitación y parece haber personas, lo noto por el ruido del tele en la habitación contigua y por las luces encendidas.

   Voy hasta la cocina y cuando estoy cruzando las puerta, casi me choco con mi mamá.

   ─Hola ─No puedo evitar el tono de sorpresa.

   ─Hoy no fuiste a clases ─Me reprocha. ─¿Por qué?

   ─Hoy… me dolía la cabeza un montón ─Miento, pero es inútil, porque ella ya lo sabe. Me ha cubierto siempre que ha podido. ─Era un martilleo constante. ─prosigo al darme cuenta que la mentira dio lástima.
Debo aprender a mentirle mejor a mamá.

   ─Mmm… ¿tomaste algo? ─pregunta siguiéndome el juego, estoy completamente segura de que papá es el de la tele, y que está escuchando.

   ─Necesitaba aire; pero si, he tomado algo antes. ─Digo para “calmarla”. O… en otras palabras, seguir con el juego.

   Oigo el crujido del sofá.

   Se está acomodando.

   Me ha creído.

   La complicidad con mi mamá, llega hasta cierto punto.

   No le cuento mas que lo justo y necesario. Y, por suerte, ella me entiende.

   La noche fue tranquila, después de todo, mi papá solo me ha hervido la sangre sin llegar a explotar.

   Me doy un baño extremadamente largo, porque mi idea era sacudirme todo lo que ha pasado ese día, pero por supuesto, no sirvió de nada.

   Las preguntas me golpean como bofetadas mas fuertes que las que me ha propinado mi propio padre.
¿Qué siento por él?, ¿Qué voy a hacer?, ¿Lo volveré a ver?.

lunes, 10 de enero de 2011

Capitulo 7

Me siento como si fuera yo misma de vuelta. Como si volviera el tiempo atrás, esos momentos en los que yo creí que eran felices, cuando tenia esperanza y fe en que todo cambiaria para bien, ¡por fin!. Después de tanto tiempo, después de tanto sufrimiento, pensé que me había tocado el turno de ser feliz. Pensé que la vida no tendría porqué ser tan injusta, y que todos tenían al final un poco de equidad en la vida.
  
   Ya no me duele pensar en ello; de hecho, no se si es puro masoquismo pero, me gusta pensar que soy lo suficientemente fuerte para soportarlo.
   Es por ello que sonrío de oreja a oreja. Porque me he dado cuenta de ello.
  
   Soy dueña de mi misma, ¡me siento bien!
  
   ─¿sabes? Yo tampoco me olvidé de ti. digo; pero cuando pronuncio mis palabras, no puedo evitar que se me escape naturalmente una mueca que afecta mi sonrisa.
  
   No me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me he engañado a mi misma.
  
   Estoy montando todo un teatro para vengarme de él.
  
   Es más, estoy actuando como una estúpida.
  
   Me pongo seria, y luego sonrío como loca.
  
   ¿quiere decir otra razón mas para la lista?¿encima de que éste chico me halla roto el corazón, también me hace perder el juicio?
  
   Mis pensamientos no son coherentes, estoy confundida.
  
   La certeza de hace unos segundos se esfumó tan rápido como llegó.
  
   ─Eso quiere decir que existe una posibilidad de que… responde Ryan como quien no quiere la cosa.
   No, no quería decir eso. Quería refregarle en la cara todo.
  
   Pero… mi cabeza es un colador.
  
   Tic, Tac. Los minutos pasan.
  
   Creo que me quedé congelada con la sola idea de que él vuelva a ser parte de mi vida. O mas bien de no estar el 100% segura de querer decir no.
  
   ─De que… prosigue Ryan, seguramente por no parecer un tonto. La conversación acabó ahí mismo, en cuanto dejó su insinuación en el aire. …¿no me odies?.

   « ¡¿Qué?! » pienso para mis adentros.
  
   Mi cara se empieza a transformar en la pura incredulidad en persona.
  
   ¿Es eso lo que quería decir? O… yo interpreté las cosas erróneamente.
  
   ¡Oh! Caigo en la cuenta de que ese es él. De que cuando dice algo o hace algo que me deja fuera de lugar, lo compensa con algo estúpido o bromas; o en este caso, algo de una carga mucho mas ligera.
  
   Tengo que admitir que me siento mucho mejor, porque esa si es una pregunta que puedo contestar.No lo odio, por lo menos no ahora. Es decir, si estuve muy… pero… ¡Oh, Dios! ¡¿Qué me pasa?!
  
   No puedo seguir con esto, supongo que estoy entrando en shock, puesto que no lo hice en cuanto lo vi.
A lo mejor fueron sus palabras, que me dispararon el pulso hasta poderlo sentir por todos lados.

  
   Me rindo.
  
   Estoy en transe y no voy a poder contestar nada de lo que él diga ahora, pero ¿Qué hago? ¿Me voy sin mas? ¿Le explico cualquier mentira? O… ¿Le digo todo?.
  
   Pienso en esta ultima pregunta, y siento que me invade una rabia instantánea.
  
   El recuerdo no tarda en llegar.
  
   No me molesto en detenerlo, de hecho me separo de él, que estaba parado frente mi observando todo.
  
   Me siento en un banco, uno diferente con un árbol detrás que me podía servir de respaldo. Si lo hubiera visto antes, cuando llegué, lo hubiera elegido.
  
   Me siento y apoyo mi cabeza en árbol. No hace falta mirar para saber que Ryan ya estaba sentado al lado mío.
  
   No me molesta en absoluto, me da tiempo de procesarlo todo.
  
   Pienso en el día que fui al parque, con la esperanza de sacar todo de dentro mío. Como una fruta, cuando se pone en mal estado, se pudre sin pedir permiso. Y lleva consigo a las demás que la rodean. Todas se empiezan a pudrir.
  
   Eso es lo que tenia que evitar, pudrirme todo por dentro.
  
   Cuando terminé de gritar; me sentí mejor, no del todo pero mejor. Comprendo que, lo que necesitaba, lo que en verdad me haría sentir bien completamente, es habérselo dicho a él y no al aire.
  
   Desde aquel día en que Ryan decidió que ya no tendríamos que estar mas juntos, yo lo acepté; lo acepté porque no me quedaba otra, porque creía que era tonto e inútil siquiera suplicar.
  
   En definitiva, era de débiles.
  
   Yo no quería ser débil, lo que me llevó a callar.
  
   Nunca le dije a nadie lo mucho que dolió sentir que no era lo suficiente, que no estaba a la altura. Nunca pregunté mas nada, simplemente hice como si nada malo hubiera pasado. Yo sabia que era malo, pero no me di cuenta de ello hasta que llegué a casa y me topé con mi padre.
  
   ─No quise decir eso, comienzo titubeante haciendo referencia a su insinuación, de todos modos ya sabe a lo que me refiero. y… no puedes esperar a que esté lucida y perfecta después de haber desaparecido y hacerte aparecer, así, como si nada, bombardeándome con preguntas esperando que te las conteste. es mejor ser honesta. Después de todo voy a terminar mi rehabilitación.
  
   Voy echarle todo en cara, lo acabo de decidir.
  
   Echo un vistazo a su expresión, y se da cuenta que yo no voy a ir por su jueguito. Y todo rastro de felicidad y broma desaparece.
  
   Es obvio que se dio cuenta que no respondí no a la pregunta de si le odiaba.
  
   Es extraño.
  
   Puedo ver pasar todo por sus ojos, sin embargo su expresión sigue intacta: cauta.
  
   ─No te odio. le digo para tranquilizarlo, y funciona.
  
   ─Tú no entiendes. responde después de varios minutos pensándoselo.
  
   Levanto una ceja involuntariamente. Ahora lo que no entiendo es su respuesta.
  
   ─Si, y seguro que tú si lo comprendes todo. digo exasperada, lo que me sorprende porque pensé que ya me había calmado.
  
   Insolente, se me viene a la mente.
  
   El me bota como pañuelo descartable, ¿y yo no entiendo?, ¿Qué derecho tiene para reprochar algo, cuando él mismo me dejó?
  
   Lo miro a los ojos esperando una respuesta. Por lo que se levanta y se arrodilla ante mi tomándome las manos.
  
   Me incomoda porque no estaba preparada, y porque no quiero su contacto.
  
   Intento deshacerme de las de él. Pero las aprieta con obstinación.
  
   ─¡Lo lamento!, ¿si? Lo lamento. Soy idiota, ya lo sabes. estaba suplicando, no me lo puedo creer.
  
   Volvió a desequilibrarme. Había cambiado mucho, no solo físicamente.
  
   Ryan nunca, pero nunca me hubiera suplicado antes. Hubiera usado otra táctica conmigo pero nunca una suplica.
  
   No respondí porque no quiero hacer lo mismo que hace un rato.
  
   Definitivamente eran sus palabras las que me desacomodaban.
  
   No podía ignorar que estaba arrepentido, no se si de haberme dejado, pero si de haberme hecho sufrir.
  
   Bueno, ¿Qué más da? Le voy a dar mi discurso.